Siempre se vuelve un
problema encasillar la ética en algún lugar específico del organigrama que
colocarlo en cada departamento y que ésta se adapte a las actividades
realizadas ahí. Pues no, ya que hay
otros muchos aspectos que tienen un impacto directo sobre el comportamiento
ético de la empresa y que complican de forma importante su gestión, como los
mecanismos internos de la empresa de cómo vivir su gestión, política de
controles y procesos, transparencia y rendición de cuentas así como el gobierno
corporativo.
No es sencillo establecer unos parámetros
éticos corporativos respetando al máximo la esfera personal de los empleados de
una organización. La dificultad del concepto es solo comparable a la de otros
conceptos empresariales como la cultura corporativa, los valores, la identidad
o, incluso, la responsabilidad corporativa. Y, además, no podemos olvidar que
cuando se habla de ética es fácil confundir todos los planos que implican a la
persona: el privado, el público, el institucional y, también, el laboral. En
última instancia, la dificultad de gestionar la ética está en la necesidad de
llegar a toda la estructura organizativa (todas las direcciones) y a todas las
personas.
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